Según cuentan, hace
más de dos mil quinientos años, un hombre abandonó
su hogar, a los pies del Himalaya y salió a investigar
lo desconocido, en busca de la liberación. Dejaba atrás
la opulencia para abrazar el amargo sabor del ascetismo. Tras
años de experiencia, sin haber conseguido apagar la
sed de conocimientos, ni la llama del sufrimiento (duhkha
). Harto de buscar, al fin, se sentó bajo un árbol
a esperar que la luz llegara. Y la luz llegó. Tras
siete años de meditación a la sombra del árbol
Boddhi, Siddhartta Gotama halló, por fin, la iluminación,
convirtiéndose en el despierto, el Buda.
“...En la vida humana hay sufrimiento, dolor. Ese dolor
tiene un origen, el apego. El apego es deseo y miedo, a perder
el objeto deseado. En este mundo, en el que todo es transitorio.
Es inútil apegarse, porqué será siempre
luchar contra el cambiante aspecto de las cosas y eso, creará
sufrimiento..
El apego a las riquezas, a las cosas materiales, es tan dañino
como el apego a las elucubraciones espirituales. Ambas, nos
aíslan, atrapándonos en la fragmentación.
Aislándonos en la ignorancia ( avidya ) ...”
Así, quizás, podría haber hablado Buda
de las Cuatro Nobles Verdades y Óctuple Camino, en
alguno de sus múltiples discursos. Sin embargo, Buda
guardó silencio. Mientras mostraba, entre los dedos
de la mano, una flor. A la muerte de
Buda, en 486 a. C. Se elabora el Canon, tras la celebración
del I Concilio budista. Que la tradición, sitúa
en la Gruta de las siete hojas, conocido como Tripitaka, ya
que lo forman tres partes;
Sutras (predicaciones) Vinayas (reglas de disciplina) y Shastra
(comentarios). Tomadas como las palabras del maestro, dan
lugar al homogéneo Budismo primitivo. Hacia el 350
a.C. comienzan a surgir divisiones en cuanto a la interpretación
de la doctrina y la comunidad budista empieza a debilitarse
y aislarse. Cada vez más, en comunidades monásticas,
de carácter escolásticos, donde el ideal de
Arhat, título al que aspiraban los monjes, se convierte
en un fin en sí mismo, alejándolos del contacto
con la población. Es a finales esta época Hinayana
(barca pequeña), cuando comienza la expansión
budista hacia el norte y el este, mediante las diferentes
rutas comerciales, que lo llevarán al sur-este asiático
y la China.
Y será ahora, alrededor del s. I a.C, cuando sufrirá
una importante revolución interna, con el surgimiento
de la escuela Mahayana (barca grande). Donde el ideal de Bodhisatva,
que pretende retornar al los orígenes imitando al mismo
Buda, que decide no entrar al Nirvana, para ayudar al resto
de seres a liberarse. Esta escuela llegará a ser la
mayoritaria en la China. La dificultad para traducir los textos
originales, en Pali y Sánscrito, al Chino, ralentiza
la expansión del Budismo por la China. Por eso, para
las primeras traducciones se emplearon términos taoísta,
originando el sincretismo religioso que se estableció
entre ambas corrientes. Ya en el s.II d. C. La Escuela del
Vacío, del monje Nagarjuna y su visión sin dualidad
de una realidad que no es posible atrapar con las palabras,
alcanzará gran difusión. Hasta que, según
la tradición, con la llegada del 28 Patriarca budista
indio, Bodhidarma, en el 520 d. C. portador de los conocimientos
de la meditación, transmitidos por el mismo Buda. Iniciará,
convirtiéndose en el I patriarca, la corriente budista
China, el Ch´an (meditación). Más conocido
por la versión japonesa, Zen.
El Ch´an elude la acumulación de conceptos y
elucubraciones de pretendida trascendencia, frutos de la limitada
estructura del pensamiento, y se centra en el contacto con
lo concreto. Mediante la meditación. La iluminación
es posible, para aquel que ve el mundo tal y como es. La figura
del maestro adquiere una importancia total. Ya que es él,
el único capaz de guiar al iniciado por el camino correcto.
Con el advenimiento del V Patriarca, Hui Neng, el Budismo
Ch´an se divide en dos escuelas; La escuela norte y
la Escuela Sur. La primera considera la iluminación,
como un proceso gradual de limpieza. La segunda defiende la
iluminación repentina (Satori, en el Zen). En ambas
se busca ver el mundo, tal y como es.
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