Breve
historia de la filosofía china |
Filosofía china es considerada
aquella denominación colectiva de varias escuelas de pensamiento
creadas por eruditos y pensadores chinos. La filosofía china
ha pasado por tres etapas históricas distintas: la etapa
clásica, periodo creativo que va desde el siglo VI hasta
el II a.C.; la medieval, desde el siglo II a.C. hasta el siglo XI
d.C., periodo de síntesis y absorción del pensamiento
extranjero, y la moderna, que comprende desde el siglo XI hasta
nuestros días, tiempo de maduración de las tendencias
filosóficas precedentes e introducción de nuevas filosofías
tomadas de las culturas occidentales. A través de estas etapas,
el pensamiento chino ha tendido hacia el humanismo en vez del espiritualismo,
hacia el racionalismo y no hacia el misticismo, al sincretismo en
lugar del sectarismo.
La etapa clásica de la filosofía
china se originó en los últimos años de la
dinastía Zhou, que duró desde el 1027 a.C. hasta el
221 a.C. Durante esta etapa de agitación política
y social, los estados feudales, durante largo tiempo subordinados
a la casa Zhou, fueron ganando fuerza económica y militar
y se encaminaron hacia la independencia. Cuando su poder eclipsó
el de Zhou, se rompieron los lazos feudales y estalló la
guerra entre los estados en el siglo V a.C., cayendo en el caos
político en los siglos IV y III. Mientras tanto los cambios
sociales y económicos resultantes de las nuevas tendencias
del comercio estaban alterando la sociedad agrícola. En este
clima de anarquía política y agitación social
surgió una nueva clase de funcionarios-sabios, constituida
por hombres que aspiraban a reunificar el Imperio y restaurar el
orden social a través del conocimiento y el saber.
El más importante de aquellos
sabios fue Confucio, miembro de la aristocracia menor y funcionario
del Estado de Lu, en la actual provincia de Shandong, que vivió
entre finales del siglo V y principios del IV a.C. Fue maestro itinerante
y consejero de los soberanos de varios estados. Para restablecer
el orden y la prosperidad, abogó por la restauración
del gobierno imperial, de las organizaciones sociales y familiares
y de las reglas establecidas en la literatura clásica de
principios de la dinastía Zhou. Lo más importante
en este sistema, sin embargo, era el individuo. Para Confucio cada
ser humano tiene que cultivar virtudes personales como la honestidad,
el amor y la piedad filial a través del estudio de los modelos
aportados por la literatura clásica. Esto traería
la armonía a la jerarquía que conformaba la familia,
la sociedad y el Estado. Los individuos más importantes serían
sus dirigentes y consejeros, porque sus pautas de conducta virtuosa
representarían un ejemplo para los demás.
Confucio no habló en sentido estricto de la naturaleza de
los seres humanos, los derechos del pueblo contra los soberanos
tiranos y la influencia de lo sobrenatural en los asuntos de los
hombres. Pero dos de sus discípulos de los siglos IV y III
a.C., Mencio y Xun-zi clarificaron mucho estos conflictos básicos.
Mencio afirmó que la naturaleza humana era buena en esencia
y que se podía desarrollar no sólo mediante el estudio,
como había enseñado Confucio, sino también
a través de un proceso de autoconocimiento interior. Al igual
que Confucio, Mencio aceptó la sociedad medieval en la que
vivía organizada de acuerdo con principios jerárquicos,
pero hizo mucho hincapié en la responsabilidad que tenían
los gobernantes en el bienestar de su pueblo. Los gobernantes Zhou
mantenían su posición gracias a una doctrina llamada
Mandato del Cielo, según la cual el Cielo era la autoridad
impersonal que regía todas las acciones que tenían
lugar en el Universo. Mencio sostenía que el Mandato del
Cielo se expresaba por la aceptación de un gobernante por
parte del pueblo. Si el pueblo se sublevaba y derrocaba a un tirano,
quedaba probado que el Cielo le había retirado su mandato.
En nombre del Cielo, Mencio reivindicaba el derecho de rebelión
del pueblo chino. Xun-zi mantuvo una concepción opuesta por
completo a la naturaleza humana. Afirmaba que la rebelión
era mala en un sentido intrínseco. Xun-zi, sin embargo, era
lo bastante optimista para creer en la ilimitada capacidad del pueblo
para mejorar. Enseñó que, a través de la educación,
del estudio de los textos clásicos y de las reglas de la
propiedad, se podría alcanzar la virtud y restaurar el orden
en la sociedad. Así, Xun-zi dotó al confucionismo
de una filosofía pedagógica formal y una tendencia
hacia las reglas rígidas para regular la conducta humana.
Taoísmo
y otras escuelas importantes |
La segunda gran filosofía
de la etapa clásica fue el taoísmo. El filósofo
Lao-tsé, que quizá vivió en el siglo VI a.C.,
está considerado como el fundador de esta escuela. Mientras
que el confucionismo buscaba el pleno desarrollo de los seres humanos
a través de la educación moral y el establecimiento
de una sociedad jerarquizada, el taoísmo pretendía
proteger la vida humana siguiendo el Camino de la Naturaleza (Tao)
y volviendo a las primitivas comunidades agrarias y a un gobierno
que no controlara o interfiriera en las vidas de los individuos.
El taoísmo trató de llevar al individuo a una perfecta
armonía con la naturaleza a través de una unión
mística con el Tao. Este misticismo también fue seguido
por Zuang-zi, filósofo taoísta de finales del siglo
IV a.C., para quien, a través de la unión mística
con el Tao, el individuo podría transcender la naturaleza
e incluso la vida y la muerte.
Entre las otras escuelas importantes de ese periodo se encuentran
el mohismo, el naturalismo y los dialécticos. El mohismo,
fundado por Mo-tzu en el siglo V a.C., predicaba el utilitarismo
estricto y el mutuo amor entre las personas, con independencia de
las relaciones familiares o sociales. Durante el siglo IV a.C.,
el naturalismo ofrecía un análisis del funcionamiento
del Universo basado en algunos principios cósmicos. Los más
conocidos son el yin y el yang, que representaban las dualidades
que actuaban en la naturaleza, lo femenino y lo masculino, la sombra
y la luz, el invierno y el verano.
|